Sarah Bradshaw fue inicialmente cooperante en Nicaragua desde enero de 1998 hasta agosto de 2001. Desde entonces, ha servido como cooperante en otros convenios con Progressio.

Sarah, originaria del Reino Unido, trabajó como cooperante de Progressio con la Coordinadora Regional de Investigaciones Económicas y Sociales (CRIES), Puntos de Encuentro, la Coordinadora Civil para la Emergencia y la Reconstrucción (CCER) y el Centro de Información y Servicios de Asesoría en Salud (CISAS) en Nicaragua. Su primer convenio de cooperación se extendió desde enero de 1998 hasta agosto del 2001. Desde entonces, ha participado en proyectos trimestrales y se ha mantenido colaborando con la organización.

¿Qué has hecho desde que terminaste tu convenio con Progressio, y qué haces actualmente?

Antes de postularme para el convenio de cooperación en Nicaragua, era profesora en la Universidad de Middlesex, donde impartía asignaturas dentro del programa de Estudios para el Desarrollo. Cuando vi el anuncio me dirigí al Director de mi Departamento y le comenté la posibilidad de dejar la Universidad durante los dos años que duraba el convenio de cooperación. Él me apoyó, así que cuando me ofrecieron el puesto de cooperante, me tomé un «descanso profesional» en la Universidad. A mi retorno (un poco después de los dos años anticipados) el trabajo todavía me estaba esperando, y así continué mi labor como profesora de Desarrollo Internacional.

Por favor, describe tu rol como cooperante y la organización con la que trabajaste.

Desde que llegué a Nicaragua en enero de 1998, trabajé directamente con cuatro organizaciones: CRIES, Puntos de Encuentro, CCER y CISAS. Cuando envié la solicitud a CIIR (que posteriormente cambió su nombre a Progressio) era para un puesto de trabajo con una ONG que actuaba como coordinadora regional de investigación en toda Latinoamérica y el Caribe (CRIES). Mis funciones con CRIES consistían en desarrollar la perspectiva de género en su trabajo, realizando tareas mano a mano con mi ”pareja en el desarrollo” Ricardo, y también a través de la red. Distintos motivos impidieron que el puesto funcionara como se había planificado, entre estos, el que no hayan sido tan receptivos con la perspectiva de género como esperábamos dado su petición de un(a) experto(a) en género (algo que es habitual) y, además, que su concepción de género difería enormemente de la mía. 

La situación empeoraba en el proyecto luego de que el huracán Mitch cruzara por Nicaragua y Honduras, dejando continuas lluvias torrenciales en el país que provocaron un gran número de inundaciones y avalanchas muy destructivas. Cada persona del país buscó la forma de ayudar. Como académica, hice lo que sabía hacer: reunir información y contactar aquellas personas que sabían qué hacer, y lo más importante, qué no hacer. En ese momento dejé la CRIES y me puse a trabajar en un documento con la información que había recopilado, con el objetivo de publicarlo y distribuirlo por medio de la ONG feminista Puntos de Encuentro. Esta asociación a corto plazo se convirtió en una relación que lleva ya catorce años. Mi trabajo con Puntos en ese momento también condujo a trabajar con la coalición de ONG (CCER) que se desarrolló para responder de manera más estratégica al huracán Mitch. El objetivo de Puntos como miembro de la CCER era intentar asegurar una perspectiva de género en los procesos, proyectos y políticas de la CCER. Trabajé con la CCER en el desarrollo de una encuesta nacional acerca del impacto del huracán Mitch (una Auditoría Social) que consistía en tres fases, y cuyo objetivo era hacer un seguimiento de la pobreza y del bienestar con el paso del tiempo. Asimismo, trabajé con ellos en el desarrollo de sus materiales de incidencia política, en particular, su plan nacional alternativo para la reconstrucción de Nicaragua y, posteriormente, una estrategia nacional a nivel de la sociedad civil para la reducción de la pobreza. Este trabajo me llevó a trabajar con mi antiguo contraparte de la CRIES y finalmente ambas partes disfrutamos de una relación laboral cercana y productiva. Además, también me llevó a trabajar mano a mano con la dirección de otra ONG, y una activista feminista importante del país.

Durante años posteriores trabajé directamente con ella y la ONG que dirige (CISAS) en varios proyectos de incidencia política.

¿Qué te motivó a postular a una vacante de cooperante con Progressio?

Después de haber hecho un Máster en Estudios Latinoamericanos y haber viajado por América Central, comencé la Tesis Doctoral en la Escuela de Economía y Ciencia Política (LSE por sus siglas en inglés) de la Universidad de Londres, enfocándome en las mujeres como cabeza de familia y basándome en investigaciones realizadas en Honduras. Inmediatamente después, obtuve el trabajo en la Universidad de Middlesex. El convenio de cooperación en Nicaragua me ofreció la oportunidad de aplicar mis conocimientos y aprender nuevas competencias.

¿Qué te impactó más sobre el modelo de cooperante de Progressio?

Principalmente la idea de compartir habilidades. Fruto de mi trabajo en Puntos, he aprendido muchas competencias nuevas, desde la comprensión del proceso de producción de un programa de televisión, hasta cómo escribir proyectos que resulten atractivos para los donantes. Pero probablemente lo más importante fue cómo trabajar de manera conjunta. La gente con la que he trabajado no son personas que necesitasen «desarrollarse», son gente muy profesional, muy capacitada y mis capacidades complementaron las suyas. Esta es la belleza de Progressio, reconocer que no todo el trabajo de desarrollo es exclusivamente trabajar directamente con la pobreza. A veces es importante trabajar con quienes buscan influenciar las personas que toman las grandes decisiones, o cambiar el entorno político nacional, o la manera en que la población entiende un problema concreto, como por ejemplo, el VIH o las relaciones entre personas del mismo sexo. 

Progressio también reconoce las oportunidades. Por ejemplo, en lugar de regresar a casa desde que mi primer proyecto empezó a fallar, se me permitió quedarme más de lo planificado y cambiar de CRIES a Puntos. Progressio también es flexible con la manera de trabajar de la gente, tal y como lo muestra el hecho de que yo trabajé tanto con Puntos como con la CCER,  y una vez de vuelta en Reino Unido, se me ofreció una serie de proyectos trimestrales, de modo que no tuviese que interrumpir la docencia durante el año académico, y pudiese trabajar con Puntos en las vacaciones de verano.

¿Qué es lo que más disfrutaste de tu rol y de tu experiencia como cooperante?

Afortunadamente para mí no se trata de lo que «disfruté», puesto que mi relación con Nicaragua y con Puntos continúa. Por ejemplo, la Asociación por los Derechos de la Mujer y el Desarrollo (AWID, en sus siglas en inglés) ha aceptado un artículo escrito vía Skype y correo electrónico entre gente del Reino Unido, Estados Unidos y Nicaragua que pertenece a Puntos, para diseñar y desarrollar un taller en la reunión de este año de la Asociación. Lo que sigo disfrutando es, por lo tanto, el trabajo, los temas sobre los que trabajo y la gente con la que lo hago.

Cuéntanos algunos de tus logros más importantes mientras trabajabas como cooperante.

Hace unos años mi pareja y yo recibimos del CISAS una placa de reconocimiento por nuestros diez años de contribución al desarrollo de Nicaragua. Este reconocimiento fue una sorpresa, pero también sugiere que otros consideran que hemos realizado una contribución personal al país y a su gente. Aun así, yo no diría que tengo logros importantes por haber trabajado como cooperante, sino logros colectivos, y esto se debe a la moral y manera de trabajar que promueve Progressio. 

Con la CCER estoy orgullosa del proyecto de Auditoría Social, y disfruté del reto de ser parte de un equipo que organizaba ideas diferentes sobre la reconstrucción y la disminución de la pobreza en una única propuesta coherente. 

Con Puntos trabajé en numerosos proyectos y sigo haciéndolo. Más que afirmar lo que disfruté o disfruto, diría que lo que me hace sonreír es cuando hablo a las demás personas sobre Puntos y veo que digo « nosotros » (nosotros hacemos esto, nosotros creemos que), aunque ya no estoy trabajando de manera oficial para ellos. Saber que puedo utilizar esa manera de expresarme, que me considero una parte integral del conjunto de una organización como Puntos, ése es el logro.

Cuéntanos algunos de los principales desafíos y de las lecciones aprendidas.

¡Son demasiadas para mencionarlas! El primer proyecto que realicé no fue como se esperaba, por ejemplo, pero mi Representante en el País me apoyó totalmente y respaldó mi trabajo con Puntos y, por ende con la CCER. A través de todo ello ¡terminé teniendo una relación laboral y personal muy cercana con la persona con la que se suponía que trabajaría en primer lugar!

Trabajar por medio de dos organizaciones fue a veces un desafío, especialmente cuando redacté la propuesta de reconstrucción de la CCER, durante la cual pasé muchas noches en vela, hasta tempranas horas de la mañana. 

Otro desafío es el entrono financiero actual. Puntos ha pasado por muchos cambios a lo largo de los años y, como muchas organizaciones, ha luchado para mantenerse a flote. Algunas de las decisiones que se tomaron, así como algunos de los cambios llevados a cabo, resultaron difíciles de aceptar y de trabajar.

Sin embargo, el objetivo general sigue siendo el mismo y la clave es hablar sobre inquietudes, presentar tu opinión y tu posición abiertamente. Pero cuando las decisiones se toman, aceptarlas, incluso cuando no estás de acuerdo, y trabajar de la mejor manera que sabes para asegurar que todo salga bien.

¿Esta experiencia te cambió como persona de alguna manera?

¡Sí! En mi caso, mi pareja vino conmigo en posición de «dependiente». Él no hablaba español, pero iba dos veces a la semana en autobús a la Universidad para estudiarlo. El autobús iba lleno de gente, muchos(as) de ellos(as) carteristas, y cuando llegaba a la universidad, a veces se encontraba con gases lacrimógenos y batallas entre estudiantes y la policía. Otras de las actividades memorables de su día a día eran limpiar los suelos y lavar a mano. Estoy en deuda con él por haber venido ¡y haberse quedado!

No obstante, después del huracán Mitch, en Progressio reconocieron su talento y él también empezó a trabajar para la CCER, aplicando sus conocimientos sobre nuevas tecnologías, análisis de datos y el Sistema de Información Geográfica (SIG), conocimientos que posteriormente compartió con el CISAS.  De modo que ambos hemos compartido esta experiencia de vivir y trabajar en un país que no es el nuestro, hemos vivido en medio de huracanes y terremotos, en entornos de trabajo estresantes (incluido el hecho de trabajar juntos), acostándonos muy tarde y perdiendo nuestros fines de semana. 

Sin embargo, hemos hecho bastante amigos y amigas, incluido el Representante del País, y tenemos gratos recuerdos de un país al que vemos ahora como nuestro «hogar». Un período tan largo de tiempo, tantas experiencias, implica que no puedes volver siendo la misma persona que cuando partiste.

¿Esta experiencia de cooperante tuvo alguna influencia en tu carrera/dirección futura, y te ha ayudado a llegar a donde te encuentras hoy? 

No cambió la dirección general de mi carrera dado que era, y sigo siendo, una académica. Durante el tiempo que he trabajado con Progressio, continué escribiendo y publicando, incluyendo publicaciones realizadas para Progressio. Lo que si cambió es sobre lo que trabajo, cómo trabajo y cómo me ven. 

Haber vivido el huracán Mitch me ha hecho desarrollar un interés investigativo por los “desastres”, mientras que el trabajar con Puntos me ha hecho escribir sobre estrategias de comunicación, y sobre cómo las telenovelas pueden promulgar mensajes sociales positivos, por ejemplo. Continúo publicando en revistas académicas tal y como se espera de mí en la Universidad, pero pocas veces lo hago solamente con mi nombre, sino como parte de un colectivo. También escribo versiones de los mismos documentos para presentar a los donantes, o para que sean utilizados por las activistas feministas y la gente de Nicaragua (repartido por medio de la revista feminista de Puntos, La Boletina). 

Se me ha etiquetado de «académica practicante», alguien que utiliza su conocimiento con fines prácticos. Trabajar con Progressio me dio la oportunidad de presionar directamente a ministros del gobierno de Nicaragua, y de aquí del Reino Unido, en un intento de elaborar políticas y traer un cambio real. Hasta ese punto mi extendido “descanso profesional” ha mejorado mi carrera.

¿Qué consejo daría a alguien que esté pensando ser cooperante?

¡Hazlo!